7/05/2011

del Manual del Desierto No. 5: Yo confieso


No confesaré


La confesión es una de las formas de vigilancia que el que tiene poder –o cree tenerlo- exige de aquellos que no tienen poder –o creen no tenerlo.

Confieso que no confesaré.

Según la opinión de Foucault, se trata de una práctica que lleva siglos junto a nosotros y que todavía hoy resulta dominante. "Confesión" viene del latín "confiteri", que a su vez proviene de "fateri" y "fari" que significa hablar. En griego tiene que ver especialmente con la "exomologesis" que significa declarar, reconocer, admitir. Algo así como el dramatismo que algunas religiones exigen a sus feligreses para eximirlos de uno de los sentimientos más absurdos del ser humano, que es la culpa.

Leyendo a Rojas Osorio, llegué a la conclusión de que la confesión cristiana y por ende nuestra idea acerca de ella, está compuesta de dos técnicas llamadas “de subjetivación” por Foucault: exomologesis y exagoreusis. La primera alude al reconocimiento del sí mismo como pecador. La interpretación, la retórica y otras tecnologías del yo (1) no son tan necesarias para esta fe como lo es la auto-observación. Sin embargo, ésta es insuficiente por sí misma, es primordial el carácter público y obligatorio que también forma parte de la exomologesis.

Y la segunda, con la cual se completa la confesión según los cristianos, es la exagoreusis, ejercicio de verbalización de los pensamientos propios, de los deseos y mención de los actos ante el superior religioso. Todo debe ser expresado y nada debe permanecer oculto. No basta ni el autoconocimiento ni el autocontrol, se hace necesaria también la expresión externa de la palabra.(2)

Osorio nos recuerda que Foucault mostró en el primer tomo de su Historia de la sexualidad que el diván del psicoanalista (por poner un ejemplo más o menos contemporáneo) sustituye al confesionario católico.(3)

Entiendo que hay espacios que se proponen convertirse en diván, en confesionario o en algo que se le parezca; si asisto a cualquiera de ellos como analizante o como creyente no podré reflexionar al respecto, menos hacer literatura, puesto que confesar anuda en esta disciplina, los hilos que tejen una paradoja visible-invisible: ser al mismo tiempo confesión y no serlo, porque lo que se escribe nunca es el sujeto, ni sus emociones, ni sus experiencias –aunque quiera-, sino una suerte de ficción-realidad que pretende sacudir el cuerpo del lector; podemos ver a través de las letras lo que el autor es, lo que quisiera ser, lo que no está siendo y lo que posiblemente será en el futuro.

No confesaré porque lo hago –aunque no quiera-.

No confesaré porque no quiero cerrar la puerta con verdades maltrechas, con intimidades que muevan voyeurs, no quiero estar con la lengua de fuera.

Hoy no.

Hoy sí.

Dejo caer cada palabra con la bendición y la maldición que cada una acarrea. La bendición de ser sesgo.

La maldición de decir lo que más allá de mí, de mí dice.


______________________

[1] Título de uno de los libros de Michel Foucault revisados por Rojas Osorio para su ensayo citado abajo.

[2] Rojas Osorio, Carlos. Foucault: la ética como subjetivación [Catedrático de Filosofía en la Universidad de Puerto Rico– UPR] Disponible en: http://cuhwww.upr.clu.edu/humanidades/libromania/foucault/

3 Rojas Osorio, Carlos. Foucault: la ética como subjetivación [Catedrático de Filosofía en la Universidad de Puerto Rico– UPR] Disponible en: http://cuhwww.upr.clu.edu/humanidades/libromania/foucault/

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